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viernes, 31 de mayo de 2013

De impresiones y sensaciones


Llevo aquí casi 8 meses y, aunque ahora ya estoy más asentada, los primeros meses fueron una montaña rusa de impresiones y sensaciones.

Por un lado está la excitación por lo nuevo: ves que los alemanes hacen y dicen cosas que a tu parecer son muy curiosas (ya hablaré con detalle más adelante), y que todo funciona diferente, como es de esperar. Si a eso le añades que tienes que empezar a hacer cosas que no habías hecho antes tú sola ni en España, y encima en alemán, y al estilo alemán, ya te puedes agarrar, que vienen curvas. Véase empadronarte, abrirte una cuenta en el banco, apuntarte en la bolsa de empleo, hacerte seguro médico, llevar lo de la declaración de la renta, rollos de Hacienda, la jubilación, el seguro de desempleo... En fin, firmar treinta mil papeles que te hacen responsable de algo importante a ti, únicamente a ti, ni a tu madre, ni a tu padre, ni a nadie más. Y como eso un sinfín de cosas que te pillan de nuevas y que piensas "pero si yo todo este follón no lo entiendo ni en español, mucho menos en alemán...". Sin ir más lejos, después de tres meses aquí me enteré de que era ilegal estar sin seguro médico, y yo lógicamente no tenía ninguno... ni mucho menos sabía que tenía que pagar >200€ al mes por ello... Pero en fin, ese no es el problema, tarde o temprano todo se soluciona y estas cosas las ves con optimismo. Un poquito de frustración y agobio, sí, pero sabes que no es nada de lo que no te puedas salir. Y así es como tienes días en que te alegras de lo que estás haciendo, sabes que te estás superando a ti misma y que puedes salirte sola de esta. Días en los que te comerías el mundo, en los que saldrías a la calle a socializar con el primero que pasara; en los que piensas: "Joder, ¡cómo está mejorando mi alemán!". Y sacas mil fotos a todo porque siempre llevas la cámara contigo, y le escribes e-mails a diario a tu familia y amigos contándoles lo diferente que es la vida aquí y lo feliz que eres y lo mucho que te queda por vivir.

Por otro lado... hay días en los que no le ves el sentido a nada. Días en los que te preguntas qué pintas tú aquí, quién te ha mandao' venir, y dónde está tu lugar en el mundo. Suena a peliculero, pero las crisis existenciales durante los primeros meses están a la orden del día. ¿Y si no encajo aquí? ¿Y si no hago amigos? ¿Y si no encuentro trabajo? ¿Es esto lo que quiero hacer con mi vida? ¿Cuánto me voy a quedar? Y cambias la frase a "Nunca hablaré bien alemán". Y dejas de hacerle fotos a todo porque la cámara está en un cajón cogiendo polvo. Y dejas de escribir e-mails a tus amigos y familia porque no sientes motivación por nada, ni ves que tu nueva vida sea tan excitante como pensabas.

Y de nuevo pasa algo, cualquier minucia, y en seguida vuelves a cambiar el chip y a estar positiva otra vez. (En mi caso, esto pasa cuando sale el sol. De verdad que el tiempo afecta al estado de ánimo, está comprobado). Imagino que la cosa será distinta para cada persona, pero al menos así lo he vivido yo. Por suerte, al encontrar trabajo todo cambia: estás ocupada, tienes la mente en mil cosas, sales y ves a gente, llenas tu día con algo, te sientes realizada y útil, ganas dinero y empiezas a sentir que ya ha empezado tu vida de adulta. A los 23. Y aunque sigues estando sola, ya no te importa tanto, sabes que eso cambiará, que conforme te vayas haciendo al lugar lo harás cada vez más tuyo, y que es mejor dejar de pensar en qué pasará y centrarse en lo que haces ahora.

En fin, qué se yo, esto va a días, como todo.

1 comentario:

  1. Pues tienes toda la razón, aquí el estado de ánimo cambia como y con el tiempo que haga ese día. No sabes la envidia que te tengo porque sabes alemán y tienes trabajo jejejeje. Espero poder llegar a tu situación en algún momento, porque de verdad que estoy deseando trabajar. Esto de ser ama de casa no es lo mío. Y en esos días de bajona haz como yo, piensa que ya no estás sola y tienes a más gente que te comprede a la perfección. ¡Disfruta del finde!

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